domingo, 21 de noviembre de 2010

sábado, 20 de noviembre de 2010

Loma.

En la vida hay dos máquinas que mueven todo. Lo que sentimos, lo que hacemos, lo que pensamos, lo que queremos. Lo dirigen todo. ¿Sus nombres? Mente y Corazón. La segunda es como una bomba. Rebelde, inconsecuente, temeraria, valiente, incorregible. Quiere guiar la vida de cada uno por un camino, sin dejar que la otra máquina ponga algo de coherencia. Mente, la otra gran máquina. Esa en cambio es la que hace que la vida tenga algo más de responsabilidad. Cuando en la segunda hay un fallo técnico, un cortocircuito... hace que la primera de pronto, lo tenga también. Son como dependientes. Pero para aprender a manejar la segunda máquina, la rebelde, hay que aprender a controlar la primera. La cabeza dirige al corazón, o eso me dijeron de pequeña. Pero la vida a base de darme patadas me ha enseñado que no siempre es así, que a veces, en contadas ocasiones, hay que dejarse llevar por la segunda máquina... y sólo dejar que el ruido de ese motor te guíe. Ese motor corazón.

lunes, 1 de noviembre de 2010



Y me quedo así, sujetando mi pecho con fuerza, como si estuviera sosteniendo mi corazón con el miedo a que si quito la mano pueda caer y romperse en mil trozos de ilusiones.
Perdónenme si soy idiota. Si me contradigo con cada frase que sale por mi boca. Si a veces me cuesta tantísimo sonreír. Si otras en cambio, me sale con tanta facilidad. Si soy imprevisible, y nunca se sabe lo que quiero porque, más que nada, no lo sé ni yo. Si trato mal a la gente que tantísimo me importa, y luego voy pidiendo disculpas. Si soy egocéntrica, cabezota y torpe. Si tengo tanta facilidad en hacer daño a las pocas personas a las que les importo de verdad. Si grito cuando me altero, y me altero con frecuencia. Si me dejo influenciar demasiado por la gente. Si me da igual todo. Si no estudio. Si me descontrolo. Si me hago ilusiones y si se las hago a la gente. Si puedo llegar a querer tanto a alguien que si desaparece, se fuga con él mi corazón.